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27/08/2021

Responsables de la salud de las futuras generaciones

Para poder celebrar un aniversario más y entender los orígenes de esta gran profesión me parece necesario contarles algo de historia. 

Por: Carolina Urbina
Matrona Jefe Neonatología

 

 

Para poder celebrar un aniversario más y entender los orígenes de esta gran profesión me parece necesario contarles algo de historia. 

En 1834 se realizó el primer curso formal para la instrucción de matronas en Chile, el cual contó con la dirección del médico francés Lorenzo Sazié y fue financiado por el Estado. Con la creación de la Escuela de Matronas, también conocida como Colegio de Obstetricia, se inició la formación de la primera generación de matronas. (cf. Zárate, María Soledad. Dar a luz en Chile, siglo XIX: de la "ciencia de hembra a la ciencia obstétrica. Santiago: Universidad Alberto Hurtado, Centro de Investigaciones Diego Barros Arana, 2007).

Casi al mismo tiempo que comenzó la formación de las matronas, los estudiantes de medicina también recibieron conocimientos en obstetricia, materia que fue incluida en el primer plan de estudios de esta carrera en 1833. Y fueron los mismos médicos de esa época quienes dirigieron la educación de las matronas y tuvieron en principio gran injerencia en sus modos de trabajo, con enfoques distintos, ya que el trabajo de las matronas se limitó al parto normal, y el de los médicos a partos más complejos. (cf. Zárate, María Soledad, Dar a luz...).

Debemos recordar que durante ese siglo el trabajo de las matronas se desarrolló principalmente en domicilios, ya que, salvo casos excepcionales, la mayor parte de los partos se atendían allí y no en hospitales. Durante la Colonia las parteras tuvieron un rol muy importante, siendo las principales responsables de la atención del parto. Sin embargo, las tasas de mortalidad materna y neonatal eran altísimas, lo que motivó la decisión de que el parto debía ser asistido exclusivamente por personas científicamente preparadas para ello, es decir las matronas. Poco a poco la necesidad de un cuidado de excelencia para las madres y sus hijos fue dando forma a nuestra profesión como la conocemos hoy.

Desde la fundación de la Escuela de Matronas, la formación de estos profesionales ha experimentado numerosos cambios, en su plan de estudios, orientados a su modernización y profesionalización y centrado siempre en la satisfacción de las distintas necesidades que se presentan en el ciclo sexual y reproductivo de la mujer y en el cuidado global de ella y de su recién nacido. Por lo mismo, y esto lo digo a modo personal, nuestra profesión tiene mucho de asistente social, psicóloga, administradora y, por supuesto, enfermera, quienes nos han ido aportando en cada una de las distintas áreas y que hoy compartimos muchos objetivos en común. Esto, junto a las grandes experiencias y desafíos que la vida nos ha ido colocando en el camino, nos ha permitido crecer como profesionales y ser quienes somos hoy día. 

Y para reconocer a todas las matronas y matrones del país, el año 1962 se publicó en el diario oficial que cada 31 de agosto se conmemora el Día de la Matrona y el Matrón de Chile. En esta fecha, la Iglesia Católica celebra a San Ramón "nonato", quien fue un religioso ejemplar, cuya madre fallece en el momento de su parto y por este motivo es considerado patrono de las parturientas y Matronas.

Dicen que es la profesión más hermosa que existe y estoy muy de acuerdo. No cualquiera tiene el privilegio de estar presente en un momento tan trascendental en la vida de una mujer, en el principio de una vida, y ser los primeros en recibir a un nuevo ser humano y ofrecerles nuestra mano para ayudarlos a venir a este mundo. 

Ser matronas y matrones significa no solo estar preparados científica y técnicamente para otorgar una atención segura y de calidad, sino que también ser espectadores del milagro de la vida en toda su dimensión; ser compañeros, amigos, confidentes; ser apoyo, contención, guías; ser protectores y cuidadores de la intimidad; ser responsables del acto más noble que puede experimentar una mujer, que es dar vida. Los matrones y matronas no solo somos responsables de dos seres humanos, si no que de una familia entera; de nuestros cuidados y trabajo bien hecho depende en gran medida la salud de todas las futuras generaciones.

Me siento tremendamente orgullosa de ser matrona, pero aún más de ser matrona de la Clínica Universidad de los Andes. El respeto a la vida, el cuidado a la dignidad de la persona, brindar una atención centrada en los pacientes (madre e hijo) y su familia, realizar un trabajo bien hecho, son los valores que hemos hecho propios y no me cabe la menor duda que se encuentran presentes en cada uno de los matrones y matronas que trabajamos en la Clínica.

Además en esta institución tenemos la oportunidad y la responsabilidad de formar futuras generaciones de profesionales, con una visión cristiana de la vida, contribuyendo así a la salud de nuestro país.

Con estas palabras, quiero agradecer a cada uno de ustedes y desearles que disfruten de un muy feliz y merecido día.