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30/05/2022

SER ENFERMERA/O

Por: Amparo Pérez

Enfermera Jefe Hospitalización Salud Mental

Desafiémonos a seguir mejorando y a hacer de nuestro trabajo una experiencia aún más valiosa para el paciente y familia cada día. 

Cada año celebramos con entusiasmo el día de la enfermería, inspirado por el natalicio de una mujer visionaria: Florence Nightingale, quien sentó las bases de la profesionalización de la enfermería en el siglo XIX.

Caminar de la mano de la profesión de la enfermería es un regalo maravilloso que permite ver la vida en sus diferentes dimensiones: en estados de salud, de enfermedad. 

Es también trabajar en la comunidad, con familias, en colegios, en instituciones de educación formando profesionales. Es trabajar para asegurar la calidad de la atención, para la supervisión de procesos. Son tantas y diferentes nuestras posibilidades de ejercer la profesión.

Sin embargo, hay características transversales que nos unen: la vocación de servicio y el sentido de cuidar.

Por medio de la formación constante y el perfeccionamiento nos vamos construyendo como profesionales para dar siempre la mejor respuesta a quien lo necesita, para cuidar con sentido, con compasión, con ciencia y por ende con las mejores competencias y habilidades técnicas.

Un profesional de enfermería suele desafiarse para mejorar su formación, los procesos de atención, para innovar e investigar, y lo que hay detrás, de modo inherente y permanente, es la búsqueda de ser mejores personas al servicio de otras personas.

Es una profesión exigente que requiere largas jornadas de trabajo, un estado de atención óptimo para captar todas las necesidades posibles de nuestros pacientes, de las familias y de nuestro equipo de trabajo. Requiere de mucha escucha activa y comunicación asertiva, requiere paciencia y empatía; sin embargo, tiene un sello y una posición especial en cada persona, familia o comunidad con la que trabajamos. Este sello se traduce en la gratitud de cada paciente y familia por haberse sentido cuidado y acompañado, muchas veces no tan solo en su dolor físico, sino también el emocional y espiritual.


Estoy segura de que cada uno guarda palabras, gestos o recuerdos de alguna situación particular de su experiencia profesional que le anima en momentos más complejos a seguir adelante.


Desafiémonos a seguir mejorando y a hacer de nuestro trabajo una experiencia aún más valiosa para el paciente y familia cada día. 


¡Continuemos celebrando la enfermería!