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20/05/2024

Dr. Fernando Figueroa: nuevo miembro de la Academia Chilena de Medicina

Su trayectoria en investigación, docencia y reumatología lo llevó a obtener esta destacada distinción nacional.

El Dr. Fernando Figueroa, reumatólogo de nuestra Clínica, académico de la Facultad de Medicina de la UANDES -de la cual fue decano- y cofundador de Cells for Cells, recientemente fue incorporado como miembro honorario a la Academia Chilena de Medicina.

Este reconocimiento lo recibe por su larga trayectoria en medicina, específicamente en inmunología y reumatología experimental, en el ámbito académico y en investigación, sobre todo en terapias celulares innovadoras. En ese último aspecto, cuenta con prestigio internacional, múltiples publicaciones en revistas internacionales y algunos productos de las investigaciones en que ha participado están ya patentados o en vías de hacerlo.

En esta entrevista, el Dr. Figueroa nos cuenta un poco más de él, su trayectoria profesional y el camino que lo llevó a recibir esta gran distinción.

¿Por qué decidió estudiar medicina?

Tuve pocas dudas. La mayoría suele afirmar que sintió una vocación de servicio. No puedo decir lo mismo, porque a mí me atrajo el mundo de la biología. Pero al iniciar el trabajo clínico es imposible soslayar el estado de necesidad de un enfermo y su familia. Esto resulta patente cuando un paciente comparte su intimidad y sus temores desde el primer día en que uno se pone su delantal blanco y entra a la sala del hospital, incluso como alumno muy “pequeño”.

¿Qué lo llevó hacia la reumatología?

Siempre me atrajo la inmunología, que está en el fundamento de la reumatología. Sin embargo, lo que marcó la diferencia fue mi experiencia con el Dr. Sergio Iacobelli, quien fue mi jefe durante un tiempo y a quien acompañé en la atención de pacientes mientras yo era internista general. Fue gracias a esta experiencia que me enamoré de la reumatología. La inmunología ayudó.

Continué mi formación clínica en la Universidad de Montpellier, Francia, y luego obtuve una beca Fogarty en la Universidad de California (UCLA). Luego fui Investigador visitante en la Universidad Rockefeller de Nueva York. En la UCLA mi proyecto de investigación tuvo que ver con autoinmunidad en el SIDA y luego pasé a trabajar en el Departamento de Reumatología de UCLA, con la Dra. Bevra Hahn, una experta mundial en lupus humano y murino. Vale decir que, en mis proyectos en el extranjero, no todo fue éxito. Al volver, opté por trasladar mi cargo en la Universidad Católica desde Medicina Interna a Reumatología.

¿Siempre su foco fue la investigación?

Me hice cargo del Laboratorio de Inmunología a mi retorno y siempre me pareció que sumar proyectos de investigación contribuiría al desarrollo de la Unidad y a la profundidad de la práctica profesional. Como ambas cosas tomaban tiempo, opté por pasar visita, hacer docencia y policlínico, pero demoré diez años en iniciar una consulta particular.

Es profesor de la Universidad de los Andes desde 1991, ¿cómo llegó a la UANDES?

Ingresé ese año con la primera promoción de Medicina, invitado por el Rector, Don Raúl Bertelsen, para hacerme cargo de la enseñanza clínica. Ante mi interés en mantener la investigación, apuntaron a que este era una característica “fundacional” de la Universidad de los Andes. Se instaló así el Laboratorio de Inmunología Celular y Molecular, que no tenía nada que envidiarles a los otros en que estuve, en países más desarrollados. Salvo citómetro de flujo. Hoy, tenemos tres.

En 2006, comencé la investigación en Terapia Celular en la UANDES para luego, iniciar Cells for Cells, una empresa que se estableció con el objetivo de promover la investigación sostenible de alto impacto y aplicabilidad clínica.

¿Qué es lo que más le gusta de la docencia?

Me gusta el conocimiento, quizás, muchas veces, he sido pésimo profesor por el hábito de querer transmitir algo que es profundo, interesante, pero que no es lo que necesitan los alumnos de pregrado en ese minuto. Transmitir el interés por el conocimiento, el raciocinio, la prudencia es algo muy atractivo, porque se puede ser médico de muchas maneras, pero la erudición médica es muy interesante. Y esto no solo en la sala de clases, sino también en lo práctico. Los alumnos, son “como esponjas” y muy agradecidos. La medicina es completamente tutorial, entra por los ojos el modo de dirigirse a un enfermo, a su familia, al resto del equipo médico. Y en nuestra Universidad eso es un sello muy importante y reconocido por otros.

En cuanto a investigación, ¿cómo ve la realidad en Chile?

Este es un país que siempre ha sido científicamente importante en cuanto a publicaciones y número de investigadores. Pero a nivel nacional y en nuestra Clínica también, se enfrenta el desafío de cómo generar espacio en medio de la actividad clínica intensa para escribir proyectos de investigación, hacer ensayos clínicos, sin afectar los ingresos que se obtienen de la atención médica o de la realización de procedimientos y cirugías. De modo que la decisión de eliminar una tajada de ese tiempo para dedicarse a estos otros temas es estratégica, profesional y familiarmente compleja. Y si la Universidad, sobre todo en biomedicina, y la Clínica aspiran a ser un centro de investigación significativo, tienen que resolver ese tema. Ese es el gran desafío de la medicina académica. En el fondo, mientras no exista eso, la medicina académica se convierte en una dedicación de medio tiempo.

El Fondo Basal Impact tiene eso como propuesta, contribuir a convertir la Clínica en un centro de investigación internacional de muy alto nivel. Y poco a poco va resultando.

¿Cómo recibió esta distinción tan importante?

Comencé el discurso de incorporación explicando que no era mera cortesía indicar que consideraba magnánimo el nombramiento porque, primero, nominaron una carrera académica proveniente de una universidad privada, que en su momento generó controversia y luego, porque la dedicación de todos los que estuvimos al inicio, a menudo no permitía abordar actividades gremiales, societarias y profesionales que conllevan reconocimiento externo.

Pero creo que lo que se ha distinguido estos años es sobre todo el dinamismo interno de la Universidad de los Andes, expresado en la visión que se tuvo, el talento, la capacidad de gestión para organizar e impulsar el emprendimiento biotecnológico y la investigación traslacional. En el fondo, eso es lo que le dio visibilidad a mi trabajo universitario.

Al mirar hacia delante, si alguien me pidiera un consejo sobre su trabajo -en verdad, cualquier trabajo- le diría que haga algo que considere valioso. De otro modo le costará superar obstáculos. Y cuando la cosa se ponga cuesta arriba, comprenda el punto de vista de los demás y, al fin, dele un sentido trascendente a su esfuerzo. Tal vez de otro modo, no valdrá la pena.