Actualización al 2020
Un accidente cerebrovascular es una emergencia médica que produce un daño irreversible en el tejido cerebral y ocurre cuando el suministro de sangre a una parte del cerebro se ve interrumpido, impidiendo que el tejido cerebral reciba oxígeno y nutrientes. Por esta razón es que células cerebrales comienzan a morir.
Por cada minuto sin atención, el cerebro pierde aproximadamente 1,9 millones de neuronas. Esta muerte neuronal podría generar alteraciones en el habla, la movilidad, la capacidad para razonar o la memoria, y en la visión.
Se estima que 1 de cada 6 personas tendrá un accidente cerebrovascular en su vida. Los ACV pueden afectar a hombres y mujeres de todas las edades, siendo más frecuente en mayores de 50 años con factores de riesgo como hipertensión arterial, arritmias, diabetes, colesterol alto, tabaquismo, alcoholismo, dietas no saludables y sedentarismo.
Existen dos tipos de accidente cerebrovascular:
Isquémico o infarto cerebral: es el más frecuente y ocurre cuando un vaso sanguíneo se obstruye, deteniendo el flujo de sangre hacia una zona del cerebro. Esto es denominado isquemia cerebral. En estos casos, podría recuperarse el paciente si el flujo sanguíneo se restablece rápidamente. Sin embargo, si la isquemia se prolonga, el tejido cerebral será destruido.
Hemorrágico o hemorragia cerebral: es el menos frecuente. En estos casos un vaso sanguíneo se rompe provocando sangrado. Si la hemorragia ocurre en el interior del tejido cerebral, será denominada intracerebral, mientras que si se produce hacia el espacio subaracnoideo (donde circula el líquido cefalorraquideo), se denomina subaracnoidea.
Los síntomas más frecuentes de un ataque cerebrovascular son los siguientes:
- Entumecimiento, adormecimiento, hormigueo o debilidad en una mitad de la cara, brazo o pierna.
- Dificultad para levantar ambos brazos y mantenerlos extendidos por 10 segundos.
- Mitad de la cara débil o caída.
- Imposibilidad para hablar bien, lenguaje traposo e inadecuado y dificultad para entender lo que otros dicen.
- Problemas para ver en uno o en ambos ojos.
- Dificultad para caminar, mareos o pérdida del equilibrio y descoordinación.
- Dolor de cabeza grave, que puede estar acompañado de vómitos, mareos o alteración de la conciencia.
Es importante destacar que, ante la presencia de estos síntomas, la persona debe ser trasladada a un servicio de urgencias de inmediato. La atención médica oportuna puede salvar la vida de la persona afectada y aumentar sus posibilidades de recuperarse exitosamente.
Un accidente cerebrovascular se debe a dos causas:
- Producto de una arteria obstruida (accidente cerebrovascular isquémico).
- Producida por la ruptura de un vaso sanguíneo (accidente cerebrovascular hemorrágico).
Además, existen diferentes factores de riesgo como:
- Edad
- Ser hombre
- Tener antecedentes familiares
- Tener presión arterial elevada, diabetes, el colesterol alto y obesidad
- Tabaquismo
En Clínica Universidad de los Andes contamos con un equipo multidisciplinario de expertos dedicados al diagnóstico y tratamiento de accidentes cerebrovasculares. Además, se les da continuidad a los tratamientos iniciales y un óptimo resultado en la recuperación del paciente.
El diagnóstico de un ACV se realiza por medio de un examen clínico exhaustivo y un escáner cerebral o resonancia magnética, que confirmen el ataque cerebrovascular.
Un tratamiento oportuno puede salvar la vida de la persona afectada y aumentar las posibilidades de recuperación sin secuelas o con secuelas menores. Se puede intervenir hasta cuatro horas y media desde el inicio de los síntomas y hasta 6 horas en otros casos. Sin embargo, el tratamiento es más efectivo en la primera hora y dependerá del tipo de ACV que esté sufriendo el paciente.
Ataque cerebrovascular isquémico: cuando una arteria se tapa, la región del cerebro se podrá rescatar si se restituye prontamente el flujo de sangre. Para esto se realiza una trombolisis intravenosa, que consiste en la administración intravenosa de un fármaco que ayudará a disolver el coágulo. También, se puede retirar el coágulo por medio de una trombectomía con un dispositivo intra-arterial (stent-retriever).
Ataque cerebrovascular hemorrágico: en estos casos es necesario definir la ubicación y el tamaño de la hemorragia, así como también buscar su etiología. Esta información es relevante para decidir el tratamiento más adecuado para cada paciente.
En caso de que el paciente presente compromiso neurológico, se debe realizar rehabilitación, la que se inicia precozmente.