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16/12/2025

Cuando el equipo se convierte en familia: la historia del Dr. Nicolás Vargas

Tras enfrentar un cuadro crítico, en la Clínica no solo le salvaron la vida, sino que encontró la contención, el profesionalismo y la calidez que reciben nuestros pacientes.

Hay momentos en que la Clínica deja de ser solo un lugar de trabajo y se transforma, de verdad, en una casa. Eso fue lo que vivió el Dr. Nicolás Vargas, urgenciólogo y médico de montaña de nuestra Clínica, cuando pasó de estar al otro lado del cuidado a convertirse en paciente.

El 27 de junio del año pasado, durante una expedición a los volcanes Parinacota y Guayatiri, en la frontera con Bolivia, el Dr. Nicolás Vargas comenzó a presentar síntomas que creyó que eran de un cuadro viral común. “Tenía malestar general, conjuntivitis, dolor de garganta… pensé en un adenovirus”, recuerda. Pero al día siguiente y mientras intentaba hacer cumbre, la enfermedad “explotó”: aparecieron múltiples úlceras en la cavidad oral, lesiones cutáneas, empeoró la conjuntivitis y tenía la piel llena de ampollas.

Estando a 6.000 metros de altura y con una sensación térmica de -25°C, reconoció el diagnóstico que nadie querría enfrentar y menos en condiciones remotas: síndrome de Stevens-Johnson con progresión a necrólisis epidérmica tóxica. Tenía que regresar.

Estaba solo, con visión casi nula, se le había borrado la ruta en el GPS, no había sendero delimitado y comenzaba a perder la piel. Supo que tenía hipotermia. Sintió una angustia tremenda y se bloqueó. Pero también entendió que debía empezar el descenso como pudiera y, según cuenta, “activó” el modo supervivencia: “si me quedaba ahí, la hipotermia iba a progresar. Tenía que moverme”. Cinco horas después de deambular alcanzó el campamento, ya con deterioro grave, compromiso de conciencia y mucho dolor en todo el cuerpo.

Su único objetivo era volver a Santiago y llegar a nuestra Clínica, porque sabía que el manejo de su condición iba a ser complejo y aquí tendría mayor posibilidad de sobrevida. Además, ya lo estaban esperando y le tenían una cama reservada. Logró llegar a Arica luego de varias horas, subirse al avión tapado para que no le vieran las heridas en la cara y, al fin, poder llegar de madrugada al Servicio de Urgencia, donde sus propios compañeros de trabajo lo estaban esperando. “Sentí que había llegado a mi casa”, recuerda.

Desde ahí, comenzó una cadena de cuidados que involucró a varias áreas de la Clínica, incluyendo Urgencia y Rescate, Gestión de Camas, UPCA, MQ, Imágenes, Kinesiología, Fonoaudiología y diversas especialidades médicas, ya que cada vez aparecían distintas complicaciones. Estuvo diez días intubado, con riesgo de requerir traqueostomía. Fue un mes completo de hospitalización, decenas de curaciones, múltiples infecciones, delirium y semanas borradas de su memoria. Aunque no recuerda todo con claridad, sabe que el equipo clínico trabajó para sostenerlo en las distintas etapas de la enfermedad. “Sé que a todos los pacientes los atendemos de igual manera, pero sentí que todos dieron mucho más porque era uno de ellos el que estaba ahí”, revela.

La rehabilitación para volver a levantarse

El Dr. Vargas cuenta que, para sorpresa de todos, al mes recibió el alta, pero estaba extremadamente débil, había perdido masa muscular y apenas podía caminar. Comenzaba la segunda etapa en la recuperación: una rehabilitación completa.

“Estaba de alta, pero venía a la Clínica casi todos los días, a kinesiología, curaciones, controles dermatológicos, consultas… Todo lo hice aquí y fue un grupo enorme el que me ayudó en todos los aspectos”, explica.

Ese proceso, aunque largo y desafiante, permitió que retomara su vida, el deporte que tanto disfruta y que pudiera volver a trabajar. Ese fue un momento inolvidable para nuestro urgenciólogo: “el día que volví tuvo todo tipo de emociones. El recibimiento fue muy lindo, recibí mucho cariño, me contaron cómo fue todo, me hicieron regalos. Pero también recordar que yo pasé por ahí y entrar al reanimador donde me atendieron fue muy fuerte. Es el lugar donde yo ayudo a otros, pero también donde me salvaron”.

Si bien el Dr. Vargas llevaba pocos meses trabajando en la Clínica y conocía a pocas personas, tras esta experiencia dice sentir que pertenece de una manera mucho más profunda: “estuve como paciente, hice todo el recorrido que ellos hacen, vi por dentro las unidades, conocí a mucha gente, y todos se la jugaron por mi recuperación. Incluso, personal de aseo y movilizadores y muchos otros de diferentes áreas me recibieron con afecto, alegres porque había vuelto; otros con humor, hasta me gané el nombre de ‘el sobreviviente de los Andes’."