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09/05/2021

Los 7 años de nuestra Clínica

Hace 30 años, en la Universidad de los Andes soñábamos con tener una Clínica Universitaria. Hace 10, estaba en construcción. Hoy la Clínica cumple 7 años de funcionamiento y ha pasado a ser un centro hospitalario reconocido y de preferencia para muchos. En la línea del tiempo este período de actividad es breve, sin duda. Una institución de salud, como ésta, toma tiempo en madurar.   Sin embargo, los logros obtenidos en este tiempo son enormes: la actividad no ha detenido su aumento en ningún momento, damos casi la totalidad de las prestaciones posibles en salud y la inmensa mayoría de quienes confían en nosotros está muy satisfecha con la atención recibida. Todo esto, sin dejar de advertir que el país ha estado fuertemente presionado por demandas sociales, un estancamiento en el crecimiento económico y, como todos lo palpamos, afectado por una pandemia que ha mantenido en jaque a todo el sistema sanitario. La Clínica ha logrado mantener su desarrollo en este escenario.

¿Qué factores han estado detrás de este desarrollo? Podemos mencionar varios, pero creo que es necesario destacar al menos algunos. Lo primero son las personas. Tanto los directivos como todos aquellos profesionales que han arrimado su quehacer a la actividad de la Clínica han sabido aportar su criterio, experiencia y conocimientos, en pos de los mejores resultados, yendo un poco más allá de lo exigible. Recordemos que la Clínica abría sus puertas, allá por mayo del 2014, con un reducido grupo profesional que cubría las diferentes especialidades, con la ilusión de poder hacer una medicina que fusionara todo lo técnico-profesional con aquellos valores fundacionales de respeto por la dignidad de las personas, un trabajo bien hecho, amor a la verdad y un genuino espíritu de servicio, entre otros.  Todos entendíamos  y debemos procurar que en el actual universo de los médicos, que ha crecido significativamente, se mantengan presentes dos aspectos  fundamentales:  que nacimos y nos desarrollamos bajo el alero universitario y que por tanto debemos ser reconocidos por nuestra docencia e investigación y , por otro lado, admitir que el ejercicio de los cuidados médicos es conjugar una pizca de arte, algo más de ciencia y una dosis colmada de humanismo, de un humanismo cristiano, que permita que nuestra dedicación preferente al paciente se pueda transformar en un encuentro genuinamente humano, que es cuando salimos de nosotros mismos, para volcarnos en las carencias del otro, dejando a un lado nuestros propios intereses.

Lo segundo a destacar es que buena parte de este desarrollo es debido a una cuidadosa planificación. El crecimiento, las inversiones y los nuevos proyectos pasan por un profundo y acucioso análisis. Todavía más crítico en estos días de incertidumbre. Tal como aprendí de una autoridad universitaria, repito que no nos podemos dar licencia para la improvisación. Todo lo contrario, los proyectos se estudian y analizan a fondo, para reducir los riesgos y abrir espacio con razonables visos de sustentabilidad.

Lo tercero, también muy propio de nuestro entorno, es lo que san Josemaría apuntaba en el punto 816 de Camino: “Has errado el camino si desprecias las cosas pequeñas”. Esto quiere decir para nosotros que, independiente del tamaño que ahora tiene o vaya a tener la Clínica, de sus éxitos en el campo de la medicina, en los indicadores económicos que generemos y tanto más, si descuidamos las cosas pequeñas habremos perdido la oportunidad de plasmar amor en lo que hacemos. Nuestra fortaleza como institución está en la forma de cómo hacemos las cosas, de cómo cuidamos nuestras relaciones personales, si sabemos sonreír, ser amables y mirar con los ojos de la empatía a los que tenemos al lado, y por qué no decir, con compasión a nuestros pacientes. Sólo sumando muchas y muchas cosas pequeñas seremos una clínica “grande”.  

Dr. Ricardo Espinoza,
Cirujano Digestivo

 

 

Dr. Ricardo Espinoza González