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20/05/2021

Orgullosos de la profesión que hemos elegido

Este 12 de mayo hemos conmemorado una vez más el natalicio de nuestra querida Florence Nightingale y junto a ello, en nuestra Clinica, estamos celebrando el mes de la enfermería. Es momento entonces para que esta editorial se centre en reforzar y recordar aspectos centrales del quehacer de nuestra profesión en tiempos tan turbulentos como los que estamos viviendo ya hace varios meses, producto de esta pandemia que ha paralizado al mundo entero. 

Creo que no es casualidad que la enfermería profesional haya nacido en manos de Florence Nightingale en el contexto de una guerra, ya que sin duda esta situación tan dramática para la humanidad es la que pone a prueba las virtudes del ser humano y es capaz de sacar lo peor y lo mejor de cada uno. La pandemia que hoy enfrentamos es también una guerra, contra un enemigo tan difícil de vencer, ya que no tiene rostro, y lo único que podemos hacer es disminuir su impacto con medidas tan comunes, pero también tan difíciles a la vez de cumplir, como es el lavado de manos, lo cual sabemos muy bien las enfermeras.

Quisiera compartir con ustedes los aspectos positivos innegables que hemos visto lucir en nuestro equipo en esta “guerra”. En primer lugar, destaco el compromiso de cada uno de ustedes por el cuidado de sus pacientes, la increíble capacidad de abandonarse a si mismos, postergar sus necesidades y, a veces incluso, las de sus familias, por cumplir con la labor encomendada y en la cual son irremplazables. 
Junto a ello la voluntad y compromiso que demuestran día a día quienes han sido trasladados desde sus unidades a otros servicios para apoyar en esta extrema situación. Estoy cierta que ello no es gratuito y ha significado angustia, estrés y mucha dedicación, ya que han debido integrarse a otros grupos de trabajo, aprender cosas nuevas y por sobre todo salir de su zona de confort laboral con el costo personal que esto significa. Es en estas acciones en que vemos concretamente la vocación de ayuda por el que sufre y la voluntad de apoyarse unos a otros, como lo haría un soldado en el campo de batalla. 
Durante estos últimos meses hemos dedicado muchísimo más tiempo a la actualización de nuestros conocimientos, tiempo que le quitamos al descanso o la familia, pero que lo hacemos con gusto porque la enfermería no concibe un buen cuidado del paciente sin una adecuada formación y, que, de mano de la creatividad, nos ha llevado a realizar cosas realmente increíbles por nuestros pacientes. Manteniendo siempre la calidad y seguridad en la atención, a pesar de la sobrecarga laboral que enfrentamos.
La enfermería saca lo mejor de sí cuando actúa ahí, en primera línea, dando atención directa a pacientes, confortando a familiares y compañeros de trabajo, haciendo equipo con otros profesionales y demostrando que lo que inspira nuestro actuar no es el reconocimiento personal, sino la satisfacción de entregar lo mejor al que nos necesita.
El miedo natural que siente toda persona ante esta pandemia ha sido superado por el deber moral y profesional. Cuando estos sentimientos se conjugan, nos hacen crecer como seres humanos. En estos días y noches tan complejos, cada uno de ustedes en compañía de sus pacientes han vivido situaciones imborrables donde están presentes el dolor y el amor, de quienes están en la más profunda soledad. Estos momentos perdurarán para siempre en todos nosotros.
Esta entrega y conexión persona a persona también significa cumplir con lo que se nos ha encomendado como cristianos: amar a los otros, y nuestra forma de amar como enfermeros significa cuidar hasta el más mínimo detalle y acompañar en el proceso de enfermedad o fin de vida, como lo haríamos con un ser querido. 
Al finalizar este duro y transformante periodo que nos ha tocado vivir, las enfermeras y enfermeros saldremos fortalecidos como personas y como profesionales,  ya que esta guerra nos ha dado la oportunidad de mostrar a la sociedad nuestro aporte a la salud de las personas, en lo ambulatorio y hospitalario, y de sentirnos profundamente orgullosos de la profesión que hemos elegido, así como se sienten nuestros hijos, familiares y amigos que nos ven salir de nuestras casas a dar la lucha en  una de las más difíciles crisis  que ha pasado la humanidad. Lo hacemos de corazón tal como lo hizo Florence hace casi 170 años y quien, si hoy estuviera aquí, estaría en primera línea velando día noche por los pacientes junto a ustedes.

¡Feliz día internacional de la Enfermería!

 
Por: Natalia Quiroga
Subdirectora de Enfermería

Dr. César Bustos Guillén