banner_principal

20/07/2021

¿Nos conocemos?: Dr. Nicolás Droppelmann

Los invitamos a conocer la historia de cómo este cirujano oncólogo se inició en la medicina y cómo lo compatibiliza con su familia.

El Dr. Nicolás Droppelmann nació en Viña y, cuando tenía tres años, llegó junto a sus papás y tres hermanos a vivir a Santiago. Si bien nadie de su familia es médico, cuando estaba en primero medio se dio cuenta de que quería estudiar Medicina. Fue así como ingresó a esta carrera a la Universidad de los Andes, luego realizó la beca de cirugía general en la misma casa de estudios, y la beca de cirugía oncológica en la Universidad Católica.

"Tempranamente me di cuenta de que me gustaban los procedimientos que requirieran destrezas manuales y donde gran parte de mi trabajo estuviera orientado a solucionar problemas médicos con algún tipo de habilidad manual. En séptimo año, elegí el internado electivo en cirugía general. Me gustaron muchas subespecialidades, principalmente el área digestiva y el manejo de tumores"
, cuenta. 

Agrega que "en la beca de cirugía general hice una rotación por el servicio de cirugía oncológica del Hospital de la Universidad de Chicago, donde conocí al doctor Mitchell Posner y me di cuenta de que el área oncológica mezclaba de muy buena forma el que, a través de un procedimiento quirúrgico, podías sacar un tumor, produciendo una mejoría importante de la enfermedad, con un manejo médico muy potente. Ahí reforcé mi decisión de dedicarme a la cirugía oncológica".

Estando en Estados Unidos, el Dr. Posner le planteó la opción de hacer una rotación de cirugía oncológica en la Universidad Católica y que tenía un amigo que podía presentarle para que fuera su mentor, el Dr. Augusto León. Postuló para el cupo y fue seleccionado. Ahí comenzó su carrera en la especialización, donde se dedicó a la cirugía de cabeza y cuello, mama y partes blandas. Una vez terminada la especialidad, se desempeñó como académico de la Facultad de Medicina e integrante del equipo de oncología del Hospital Clínico de la Universidad Católica por 12 años. 

Durante su etapa como profesor realizó un Research Fellowship en el Memorial Sloan Kettering Cancer Center, institución de investigación y tratamiento del cáncer en Nueva York, Estados Unidos. Durante un año y medio vivió en esa ciudad con su señora y sus hijos. 

Con respecto a lo más difícil de elegir esta especialidad y lo que más le gusta de ella, destaca que "el paciente con cáncer que tiene indicación quirúrgica tiene una alta chance de curación y la cirugía aporta muy buen pronóstico. Lo que más me gusta es que a través de una cirugía, que muchas veces puede ser bastante compleja, podemos ofrecer una posibilidad de sobrevida y curación muy alta, con una buena calidad de vida.  Eso es muy gratificante. Por el contrario, lo más complejo, es que todos los días debo dar malas noticias, ya que todos llegan con una sospecha de cáncer y eso es muy difícil y desgastante, pero enriquecedor al mismo tiempo. Con el tiempo, se desarrollan técnicas y habilidades que me han permitido saber cómo enfrentar a cada paciente en la consulta, sobre todo, considerando que para esa persona es una de las situaciones más potentes de su vida. Pero, por otro lado, sé que el tratamiento que ofrecemos, generalmente, trae un buen pronóstico. Eso ayuda a calmar mis propias emociones". 

Además, complementa que junto con dar el tratamiento que cada uno requiere, también hay que contenerlos y apoyarlos. "No sacamos nada con darle indicaciones de los pasos que se deben seguir para revertir la enfermedad, si no los acompañamos en el proceso que están viviendo, si no sabemos realmente qué les preocupa y cómo podemos ayudarlos a ellos y su familia".

Al hablar sobre oncología, reflexiona y le gustaría entregarle un mensaje a quienes quieran dedicarse a esta área. "Es importante decir que van a tener que lidiar con la muerte a diario. En ese sentido, hay que tener una buena relación con la muerte y saber que es un evento que siempre va a ocurrir en algún momento, y ver cómo podemos influir para prolongar una vida cuando se puede y aliviar al paciente cuando no se puede. Si uno está dispuesto a lidiar con eso y crees que lo puedes hacer bien y entregar no sólo una solución técnica sino también de contención, es una carrera muy linda y que te entrega muchas satisfacciones. Hay pacientes que revierten su enfermedad y tienen una buena calidad de vida, o hay otros que no se mejoran, pero los ayudas a enfrentar una muerte tranquila, entregándoles apoyo y acompañamiento. La cirugía oncológica es difícil, durante mi carrera he perdido pacientes que he querido mucho. Como dice Henry Marsh, cirujano y autor del libro “Ante Todo no Hagas Daño”: “Todo cirujano lleva en su interior un pequeño cementerio al que acude a rezar de vez en cuando, un lugar lleno de amargura y pesar, en el que debe buscar explicación a sus fracasos". Sin embargo, si bien en nuestro oficio se viven estas experiencias difíciles, puedo decir que los momentos de alegría y satisfacción sobrepasan por lejos esos momentos amargos de nuestra especialidad".

Dentro de sus próximos desafíos en el área profesional, en septiembre comenzará un MBA en el ESE Business School de la Universidad de los Andes, como una herramienta que le ayudará a gestar distintos proyectos médicos. En el ámbito personal, el Dr. Droppelmann está casado hace 16 años y tiene cinco hijos. Su señora es artista, restauradora de arte y orfebre, y reconoce en ella un talento artístico muy potente. "Tenemos carreras muy distintas, pero nos complementamos muy bien. Ese lado artístico lo heredaron mis hijos, les gusta mucho la música. Por eso que tengo pendiente aprender un instrumento. Me encantaría aprender a tocar bajo y así tener una banda familiar".

Sobre la música que les gusta a sus hijas, destaca que "es la misma que también me gusta a mí. Tocamos canciones de Pearl Jam, Metallica, The Beatles, Led Zeppelin o The Rolling Stones". 

Al referirse sobre como compatibiliza su vida familiar y personal, enfatiza que "es difícil porque una familia grande requiere harta atención. Me saco el sombrero por mi señora, ella con cariño, amor y preocupación se ocupa además de las labores de su profesión, de que todos estemos bien y se organiza perfectamente. Yo contribuyo bastante también, pero sin ella sería imposible. El secreto está en complementarse,
para que el poco tiempo que uno tiene sea de calidad. Hay cosas que no transo, como ir a dejarlos todos los días al colegio. Además, el fin de semana trato de no llevarme mucho trabajo a la casa, para estar con ellos, pero reconozco que paso mucho tiempo en la Clínica". 

FICHA

El Dr. Nicolás Droppelmann es Médico Cirujano por la Universidad de los Andes y especialista en Cirugía General por la Universidad de los Andes. Se especializó en Cirugía de Cabeza y Cuello y Maxilofacial en la Pontificia Universidad Católica de Chile. Realizó un Research Fellowship en el Memorial Sloan Kettering Cancer Center, institución de investigación y tratamiento del cáncer en Nueva York, Estados Unidos. Fue profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad Católica e integró el equipo de cirugía oncológica del Hospital Clínico. Hace un año se integró al equipo médico de la Clínica Universidad de los Andes.  

Por: Equipo de Comunicaciones