Actualización al 2023
La pielonefritis es una infección del tracto urinario que se origina habitualmente en la vejiga y posteriormente sube al riñón (uno o ambos). Es el tipo de infección más grave que puede afectar a las vías urinarias.
Si se trata a tiempo y de manera correcta, la pielonefritis aguda suele curarse sin dejar secuelas, pero, si sigue su curso, puede complicarse y producir lesiones que dañan el riñón o, incluso, provocar sepsis.
Según datos publicados por la revista Nefrología al día, se estima que la incidencia de la pielonefritis aguda en su forma no complicada es de 10,5 a 25 millones de casos anuales en el mundo.
Los síntomas más habituales de pielonefritis son:
Algunos pacientes también pueden presentar los síntomas propios de otras infecciones urinarias (como cistitis, uretritis o prostatitis), que han podido originar la infección del riñón. Estos son:
En el caso de los ancianos, la sintomatología puede no ser tan clara y manifestarse como un dolor abdominal difuso, somnolencia, afectación del estado general o una fiebre sin un claro origen clínico.
Aunque suele ser más frecuente en las formas complicadas de la enfermedad, la pielonefritis puede evolucionar a bacteriemia (presencia de bacterias en el torrente sanguíneo), sepsis grave y shock séptico.
Si bien sus causas pueden ser diversas, habitualmente la pielonefritis se produce porque microorganismos presentes en el ano o en la vagina se propagan a la uretra, vejiga o uréter y ascienden hasta el riñón.
La bacteria Escherichia coli -responsable de la cistitis- suele ser el agente infeccioso implicado en la mayoría de los casos. Excepcionalmente, pueden causarla hongos o virus. Estas bacterias pueden afectar a todo el sistema urinario, desde la uretra hasta los riñones. Si la infección llega a los riñones puede ser grave, ya que existe el riego de que se transmita a la sangre.
Aunque sucede en raras ocasiones, las bacterias que originan infecciones en otras partes del cuerpo también pueden alcanzar, a través del torrente sanguíneo, los riñones y causar allí una infección.
Paralelamente, existen una serie de factores que aumentan el riesgo de padecer pielonefritis, tales como:
El tratamiento consiste en guardar reposo, ingerir líquido en cantidades adecuadas para facilitar la eliminación de las bacterias por medio de la orina, el alivio de la fiebre y el dolor con analgésicos y antipiréticos, y la administración precoz de antibiótico.
La elección de uno u otro y la vía de administración -intravenosa, oral o las dos de forma consecutiva- dependerán del tipo de germen que haya provocado la infección, su localización, la edad del paciente y su situación clínica, entre otros factores.
La terapia con antibióticos se debe acompañar del consumo elevado de líquidos, los que ayudarán a mantener un correcto funcionamiento de los riñones y a evitar eventuales complicaciones.
En caso de gravedad, pielonefritis complicada o resistencia al tratamiento antibiótico inicial, es posible que el paciente deba ser hospitalizado para administrarle antibióticos por vía intravenosa y soporte vital en función de sus necesidades concretas. El 50% de los pacientes con pielonefritis aguda requiere hospitalización.
Dr. Fernando González Fuenzalida
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