Este programa cuenta con subespecialistas en patologías fetales para brindar atención integral a embarazos de alto riesgo o con malformaciones. Dispone de un equipo multidisciplinario, tecnología avanzada y recursos para el diagnóstico, tratamiento y cirugías intrauterinas.
Incluye acompañamiento perinatal para apoyar a familias ante complicaciones graves, malformaciones o riesgo vital del bebé, con atención de psiquiatras, psicólogas y matronas, tanto en consulta como en hospitalización. También se ofrece apoyo psicológico en la UCI Pediátrica.
Nuestra Clínica se destaca por una baja tasa de cesáreas y amplia experiencia en embarazos de alto riesgo y cirugías materno fetales.
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Ocurre en 1 de cada 3.000 recién nacidos vivos.
Es una malformación neonatal grave con mal pronóstico, que frecuentemente se encuentra asociada a anomalías genéticas y malformaciones en varios sistemas. Se caracteriza por el paso anormal de uno o varios órganos abdominales a la cavidad torácica a través de una abertura u orificio en el diafragma, músculo que separa ambas cavidades, y ocurre en 1 de cada 3.000 recién nacidos vivos.
Se origina en etapas tempranas de la gestación y puede traducirse en una importante alteración anatómica y funcional del aparato respiratorio. Es una de las causas del síndrome de dificultad respiratoria del recién nacido, y generalmente, se diagnostica durante el embarazo.
El problema de la hernia diafragmática congénita radica en la falta de desarrollo pulmonar fetal (hipoplasia pulmonar) producida por la compresión que los órganos que ascienden a través del diafragma ejercen sobre los órganos torácicos.
La causa de la hernia diafragmática es desconocida y puede presentarse de varias formas, como un síndrome genético asociado a otras malformaciones o como malformación única, en cuyo caso su pronóstico puede mejorar con intervenciones médicas y quirúrgicas. La hernia diafragmática es consecuencia del desarrollo anormal del tabique que se sitúa entre el tórax y el abdomen (septum transverso), defecto que ocurre precozmente en el segundo mes de la gestación.
Diagnóstico prenatal de hernia diafragmática congénita: es relativamente sencillo y ha mejorado gracias a los programas de pesquisa ultrasonográfica dirigida, realizados por especialistas en medicina materno fetal. El diagnóstico oportuno permite educar e informar de las probables alteraciones, planear un nacimiento de forma controlada en el sitio adecuado, y solicitar la colaboración de otros especialistas, para así concluir el período de gestación de la mejor manera.
Acompañamiento perinatal: realizamos un acompañamiento integral con psiquiatras, psicólogos y matronas que entregan apoyo a los padres y familias que están pasando por difíciles momentos debido a embarazos de alto riesgo con potencial riesgo vital del niño que está por nacer, malformaciones congénitas y cualquier complicación perinatal.
Cirugía fetal: en casos seleccionados se puede realizar una oclusión traqueal del feto, a través de la punción transabdominal de la cavidad uterina, con un balón que aumenta el crecimiento pulmonar mediante un estímulo mecánico directo y también por la secreción de factores de crecimiento que actúan a nivel local.
El procedimiento se denomina fetoscopía y, a través de un tubo delgado que se introduce a través del abdomen materno, se llega al feto y se accede a su tráquea, para colocar allí un balón que idealmente debe retirarse más tarde, antes del parto. Esta cirugía fetal se hace bajo anestesia regional o local en la madre, y con anestesia e inmovilización fetal, generalmente en el sexto mes del embarazo.
Corrección quirúrgica: Luego del parto y con el paciente estabilizado desde el punto de vista hemodinámico y respiratorio, los cirujanos infantiles realizan una cirugía por vía abdominal, que reduce el contenido visceral del tórax, y repara el orificio del diafragma.
Unidad de Medicina Materno Fetal
VER TODOSEsta patología se presenta en el 6% de los embarazos y se asocia a anomalías en la función de la placenta. Cuando un feto crece por debajo del promedio para su edad gestacional, es necesario estudiar el funcionamiento de la placenta para determinar si existen anomalías responsables de una disminución del aporte de oxígeno y nutrientes hacia el hijo/a, así como descartar que la causa del bajo peso sea una malformación congénita, genopatía o infección.
Frecuentemente se concluye que la situación es normal y el menor peso está asociado, por ejemplo, a la estatura de los padres. La Restricción en el Crecimiento Intrauterino (RCIU) debe ser diagnosticada y tratada pues esta patología aumenta la morbilidad y la mortalidad perinatal, debido a complicaciones neonatales, daño neurológico u otras enfermedades. También en la etapa infantil se puede ver afectado el desarrollo neurológico y en la vida adulta existir mayor riesgo de desarrollar diabetes tipo 2 e hipertensión arterial.
Estos embarazos deben interrumpirse de forma prematura antes que la falta de oxígeno produzca daño neurológico. Constituye todo un desafío para el equipo médico identificar el momento preciso en que intervenir, antes de que la hipoxia produzca daños neurológicos importantes y, por otra parte, lograr que transcurran la mayor cantidad de semanas, para aumentar las posibilidades de sobrevida de ese niño bajo los cuidados de los profesionales de neonatología. Para identificar ese momento existen una serie de métodos de vigilancia que permiten evaluar las manifestaciones fetales a la insuficiencia placentaria: la curva de crecimiento fetal, el test no estresante, el perfil biofísico, la evaluación del líquido amniótico y la ecografía con velocimetría Doppler.
El uso de estos mecanismos permite vigilar permanentemente al feto y realizar de la manera más informada el balance entre los riesgos que un feto prematuro tiene a las diferentes edades gestacionales y los riesgos de la hipoxia crónica intrauterina.
Como Unidad nos enfrentamos con más frecuencia a mujeres con cardiopatías congénitas operadas o no, que llegan a la etapa adulta y que buscan embarazo y que constituyen el 1% de las mujeres embarazadas. Dado los cambios fisiológicos que ocurren en el embarazo, es importante que un especialista en medicina materno fetal junto a un cardiólogo especialista en cardiopatías congénitas, entreguen la mejor atención a este grupo de pacientes.
Dado el cambio del perfil epidemiológico de la población de embarazadas, es relevante mencionar que contamos con médicos obstetras especializados en la atención de mujeres con estas características, como también un apoyo interdisciplinario con cardiólogos, electrofisiólogos y médicos intervencionistas de vasta experiencia en la atención y seguimiento de estas pacientes.
Este equipo multidisciplinario será capaz de controlar a estas pacientes de alto riesgo para que el resultado perinatal sea el más adecuado posible.
Es uno de los riesgos más importantes en embarazos múltiples. Si no se trata a tiempo, puede causar la muerte de los fetos en gestación. El Síndrome de Transfusión Feto-Fetal (TFF) es una patología que afecta entre un 10% a 15% de los embarazos gemelares monocoriales, es decir, gemelos que comparten una sola placenta. Esta anomalía consiste en un flujo desequilibrado de sangre de un gemelo a otro, provocando que un feto esté anémico y que el otro este pletórico de sangre. En el Síndrome de Transfusión Feto-Fetal, hay un gemelo que es donante y otro que actúa como receptor.
El feto donante recibe poca sangre, por lo que su orina será escasa y su líquido amniótico también, quedando pegado a la pared uterina de la madre. En cambio, su gemelo receptor recibe mucha sangre, orinando en exceso y generando una gran cantidad de líquido amniótico. En este caso, puede surgir un problema cardiaco por esfuerzo.
La mortalidad de este síndrome es alta y depende del compromiso hemodinámico, es decir, si la sangre está llegando a los órganos. Sin tratamiento la mortalidad es de un 80%. Con tratamiento adecuado la sobrevida es de un 80%. Para detectar esta enfermedad, es necesario que el médico realice el diagnóstico mediante una ecografía en la cual evalúe los siguientes criterios:
El diagnóstico de esta anomalía se debe hacer siempre antes de las 26 semanas de gestación, mientras que a la semana 21 se puede comenzar el tratamiento.
Existen dos tipos de tratamientos:
Psiquiatría Adulto - Psiquiatría Perinatal - Apoyo al embarazo de alto riesgo
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