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El virus de la hepatitis B es 100 veces más infeccioso que el del VIH.
Corresponde a una infección del hígado provocada por el virus de la hepatitis B.
Esta enfermedad puede tener distintos cursos clínicos:
Fulminante: se da en un porcentaje menor de los pacientes, quienes pueden llegar a requerir un trasplante de hígado. Es lo menos frecuente.
Aguda: cuando la infección dura menos de seis meses. Lo habitual es que la persona se recupere por completo a los pocos meses y que el virus sea eliminado sin necesidad de tratamiento.
Crónica: es la que dura más de seis meses y no se puede eliminar el virus, pudiendo durar toda la vida y afectando gravemente al hígado, lo que puede derivar en patologías hepáticas como insuficiencia, cirrosis o cáncer hepatocelular (hepatocarcinoma).
Algunas personas son asintomáticas, mientras que en otras se dan manifestaciones leves o graves. Los síntomas suelen aparecer algunas semanas a meses después del contacto con el virus y pueden ser:
Es provocada por el virus de la hepatitis B, que se transmite a través de fluidos como sangre, semen y otros. Por esto, las principales medidas de prevención son la vacunación y evitar conductas de riesgo, como promiscuidad sexual y compartir agujas. También puede traspasarse de madre a hijo durante el parto.
Farmacológico: se pueden administrar medicamentos para los malestares generales de la hepatitis B, como vómitos, náuseas, fiebre, dolores, etc. A esto se suma la abundante ingesta de líquidos, una dieta adecuada, la prohibición de tomar alcohol y reposo.
Además, en algunos casos, se pueden utilizar antivirales que permiten disminuir la replicacion del virus y de esta manera evitar la progresión de la enfermedad. Los mas utilizados son:
Trasplante de hígado: la hepatitis fulminante o la cirrosis por el virus de la hepatitis B, pueden llevar a la necesidad de un trasplante de higado para si la condición lo amerita.
Hepatología