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Depresión postparto: cuando el nacimiento de un hijo conlleva angustia y temor

15 de cada 100 mujeres en el mundo padecen esta patología que, si bien se puede prolongar en el tiempo, puede tener buen pronóstico cuando se consulta a tiempo.
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Para la gran mayoría de las mujeres, la llegada de un hijo es una buena noticia que es recibida con múltiples emociones, generalmente de felicidad y alegría.

Sin embargo, en algunas ocasiones, el nacimiento de un niño y todos los cambios hormonales que conlleva un parto, pueden provocar en la madre sentimientos de miedo, angustia, ansiedad o tristeza, entre otros, los que son esperables y habitualmente se resuelven dentro de la primera semana luego del alumbramiento. Este estado se conoce como disforia postparto y se trata de un cuadro benigno, muy frecuente y autolimitado, por lo que no requiere tratamiento.

No obstante, en algunas mujeres los síntomas se pueden prolongar en el tiempo y pueden ser más intensos, llegando incluso a interferir en la capacidad para cuidar al recién nacido. En estos casos es importante prestar atención y pedir ayuda profesional, ya que puede tratarse de algo más profundo: una depresión postparto.La depresión postparto no es una debilidad de carácter. Se trata de un trastorno anímico con un fuerte componente biológico, que además de tristeza y melancolía, puede provocar también pérdida del apetito, irritabilidad intensa e incluso dificultad para vincularse con el lactante.

“Después de nacer su hijo, la mujer se encuentra más vulnerable por una serie de cambios en la estructura y el funcionamiento cerebral que se producen durante el período de gestación y por la rápida caída de hormonas tras el parto”, señala la Dra María Francisca Decebal-Cuza, especialista en psiquiatría perinatal de la Unidad de Psiquiatría de Clínica Universidad de los Andes.

Esta enfermedad es un problema de salud pública mundial, ya que de acuerdo a cifras entregadas por la Organización Panamericana de Salud (PAHO), entre el 13% y el 15% de las madres padece esta patología.

¿Cómo reconocer esta enfermedad y diferenciarla de la disforia postparto?

La Dra. Decebal-Cuza comenta que “la principal diferencia entre una disforia postparto y una depresión postparto es la duración (en la depresión postparto los síntomas se prolongan por más de dos semanas, en cambio en la disforia duran sólo unos pocos días) y el grado de interferencia que producen en la capacidad de la madre de cuidar el recién nacido, siendo en la depresión mucho más profundo”.

Algunos síntomas de depresión postparto son:

  • Sentimientos intensos de tristeza sin un motivo concreto y llanto frecuente
  • Sentimientos de culpa o vergüenza
  • Insomnio
  • Sentimiento de incapacidad de satisfacer las necesidades del hijo(a)
  • Dificultad para relacionarse con el recién nacido
  • Incapacidad de sentir placer
  • Ánimo deprimido y cansancio
  • Cambios de humor e irritabilidad
  • Tendencia a aislarse del resto de la familia y amigos
  • Cambios en la conducta alimentaria (comer poco o mucho)
  • Pérdida del interés por lo que antes se disfrutaba
  • Disminución de la capacidad de pensar con claridad, concentrarse o tomar decisiones

“Estos síntomas suelen comenzar las primeras semanas o primeros meses posteriores al parto, aunque en algunos casos, que son habitualmente los más graves, las mujeres comienzan con este cuadro durante el embarazo. Los síntomas pueden ser muy intensos y durar semanas o meses, llegando a interferir en la capacidad de la mamá para cuidar a su hijo”, afirma la especialista, quien agrega que se debe consultar cuando estos sentimientos se mantienen por más de dos semanas, se intensifican con el paso de los días, impiden realizar tareas cotidianas o cuidar al bebé o si se acompañan de pensamientos acerca de lastimarse a sí misma.

Factores de riesgo:

Se desconocen las causas exactas de la depresión postparto, sin embargo, existen diferentes vulnerabilidades que la pueden precipitar:

Vulnerabilidad genética: está dada por la presencia de ciertos genes relacionados con la respuesta al estrés y con receptores estrogénicos.

Vulnerabilidad cognitiva: varía según los rasgos de personalidad, el estilo cognitivo, las estrategias de afrontamiento utilizadas y el apoyo familiar, social y logístico.

Vulnerabilidad neurohormonal: la disminución de estrógenos después del parto conlleva una disminución de neurotransmisores cerebrales, que contribuyen a la presencia de los síntomas depresivos en este período.

Vulnerabilidad psicosocial: tales como cambios físicos y de autoimagen, pérdida de estatus laboral, penalización de la vida profesional o laboral, soledad o aislamiento social, falta de tiempo y pérdida de la autonomía.

Asimismo, existen algunos los factores riesgo que favorecen la aparición de esta patología. Estos son:

  • Tener antecedentes personales o familiares de depresión o trastornos del ánimo y haber tenido depresión postparto anteriormente. Se incluye tener madres y hermanas que hayan padecido de depresión postparto.
  • Mujeres que sufren de trastorno disfórico premenstrual, ya que son vulnerables a presentar sintomatología depresiva ante los cambios en las hormonas reproductivas que se producen en el posparto.
  • Experimentar acontecimientos estresantes durante el embarazo, tales como enfermedad o muerte de un familiar, parto difícil o de emergencia, embarazo no deseado, problemas de vivienda, entre otros.
  • Haber vivido situaciones de abuso o violencia tanto en la infancia como en la adultez, especialmente aquellas mujeres expuestas a maltrato de pareja durante el embarazo.
  • Tener rasgos de personalidad extremos, como elevada inestabilidad emocional, baja autoestima o excesivo perfeccionismo, entre otros.
  • Que el recién nacido tenga alguna enfermedad.

Cómo tratar la depresión postparto

En el tratamiento para la depresión postparto se utilizan terapias psicológicas y en algunos casos, se complementa con el uso de fármacos antidepresivos, los que deben ser entregados por médicos expertos en su uso.

La consulta con un especialista siempre es importante, ya que evita que la depresión se profundice y ayuda a que el trastorno no se produzca en los siguientes embarazos. Además, la consulta temprana resulta en un factor protector para el niño, al tener una madre sana y dispuesta para realizar un buen apego.“Es muy importante recordar que una de las principales herramientas que ayudan a superar esta patología es la presencia de buenas redes de apoyo, que le permitan a la madre sentirse cuidada y emocionalmente contenida por otros. La pareja y la familia cumplen acá un rol fundamental”, concluye la psiquiatra.

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