Procedimientos de Neurología

Este examen permite diagnosticar trastornos del sueño. Es una prueba nocturna que entrega un completo registro de la frecuencia cardiaca, el nivel de oxígeno en la sangre, las contracciones musculares, los movimientos de los ojos y piernas, ronquidos, apnea del sueño, entre otras alteraciones que pueden estar perjudicando una buena calidad del sueño. 

Este tipo de estudio es el más frecuente que se utiliza para diagnosticar la epilepsia.

Para llevarlo a cabo, se fijan electrodos al cuero cabelludo, con una sustancia pastosa o con una tapa. Eso permite registrar la actividad eléctrica del cerebro y entrega resultados sobre su funcionamiento. 

Estos exámenes permiten conocer el funcionamiento del sistema nervioso periférico, tanto del nervio y el músculo.

A través de este último estudio, es posible conocer la velocidad y conducción para detectar alguna patología como trastornos musculares, distrofia muscular, o enfermedades que afectan la conexión que existe entre el nervio y el músculo.

Además, permite detectar el estado de las conducciones nerviosas. Evalúa los síntomas musculares que pueden producirse por lesiones o enfermedades de los nervios o músculos del cuerpo, y detecta las causas de adormecimiento, hormigueo, dolor, calambres o debilidad muscular. 

Este procedimiento entrega registros y realiza un análisis de algunas estructuras del sistema nervioso central y periférico.

Se realiza durante una intervención quirúrgica y entrega una “radiografía” segura, que permite no alterar ni lesionar las estructuras del sistema nervioso. 

Consiste en instalar un dispositivo, similar a un marcapaso, que genera impulsos eléctricos y que son transmitidos a través de electrodos.

Se trata de un procedimiento quirúrgico, que permite intervenir la zona interna del cerebro de pacientes que tienen enfermedades como parkinson, temblor esencial o distonía.

Para los pacientes que tienen esta última enfermedad también está diagnosticado, pero sólo en casos que no respondan al tratamiento farmacológico y a inyecciones de toxina botulínica. 

Se utiliza para el tratamiento contra migraña crónica, tratar distonías focales, espasticidad y algunos tipos de dolor crónico como por ejemplo migrañas refractarias.

Para eso, la toxina botulínica, más conocida como “bótox”, es inyectada, de modo subcutáneo o intramuscular con una pequeña aguja, en algunos puntos de la cabeza para disminuir el dolor.

Este efecto dura entre dos y tres meses. Las inyecciones no deben repetirse antes de tres meses. Por lo tanto, si un paciente necesita administrar nuevamente este tratamiento, debe esperar ese periodo de tiempo para que sea de forma segura.