Clínica Universidad de los Andes / Noticia

“No tenía la edad de riesgo y tampoco antecedentes familiares”

Betzabé Torres desarrolló cáncer de mama, a pesar de tener tan solo 32 años.
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Betzabé Torres es kinesióloga, está casada y es madre de dos niños, uno de 13 y otro de dos años y medio.
“Hace un año estaba un día jugando con mi hijo y él me pegó sin querer en la mama derecha. Como me quedó doliendo más de la cuenta, me acosté, me toqué y sentí una masa. No era algo redondo, era una masa, algo raro”, recuerda Betzabé.
Sin dudarlo y sin sospechar qué era lo que tenía, fue al ginecólogo. Le hicieron una ecografía mamaria y le recomendaron consultar con un especialista en mama. Fue con estos antecedentes que llegó a Clínica Universidad de los Andes, donde fue evaluada por el Dr. Luis Matamala y el equipo de Cirugía Oncológica de Mama, conformado por la Dra. Julieta Robin y la Dra. Verónica Mariani, quienes luego de realizarle una biopsia, determinaron el diagnóstico: carcinoma ductal infiltrante, el tipo más común de cáncer de mama.
“No lo podía creer. No tenía la edad de riesgo y tampoco antecedentes familiares; jamás pensé que iba a tener cáncer. De un día para otro me cambió la vida totalmente”, señala Betzabé.

La Dra. Verónica Mariani cuenta que “Betzabé tenía un cáncer de mama multifocal, que significa que había más de un tumor en su mama derecha. En este caso los tumores se encontraban cercanos entre sí, y si bien ninguno era exageradamente grande, la suma de sus tamaños hacía muy difícil la opción de hacer una cirugía y conservar la mama. Se discutió el caso en el Comité Oncológico de la Clínica y se decidió partir por la quimioterapia con la esperanza de reducir el tamaño de los tumores, que fue lo que efectivamente pasó”
El tratamiento consideró 15 sesiones de quimioterapia, tras las cuales se realizó una cirugía en que se extirpó sólo el área de tejido en que se encontraba el tumor, manteniendo la forma y tamaño de la mama, con una cicatriz casi imperceptible. La biopsia del ganglio centinela, ubicado a la entrada de la axila, mostró que las células tumorales no se habían extendido.
Hoy el cáncer ha desaparecido. Sin embargo,  Betzabé debe iniciar las sesiones de radioterapia y hormonoterapia. “Esta enfermedad me cambió. Yo me enfermé por algo. Hoy soy mucho más feliz que antes y vivo más plenamente”, finaliza.
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