El estrés en sí mismo no es una enfermedad, sino que corresponde a la reacción de una persona a un estresor (físico o psicológico) y es parte de la vida. Lo esperable es que exista una capacidad de adaptación para sobreponerse a la exigencia. Cuando esto no ocurre aparecen síntomas que pueden ser muy diversos y expresarse a nivel físico, de los pensamientos, sentimientos o de la conducta. Vivir con una pequeña cuota de estrés puede facilitar un buen desempeño.
La respuesta inadecuada a una situación de estrés puede facilitar diversos problemas de salud, como elevación de la presión arterial, problemas cardíacos, digestivos, dermatológicos, obesidad, diabetes, etc.
- Angustia.
- Dolor de cabeza.
- Problemas de sueño (frecuente insomnio).
- Tensión o dolor muscular.
- Dolor en el pecho.
- Fatiga.
- Malestar digestivo.
- Fallas de concentración y de memoria
Dependerán de las capacidades para poder manejar y adaptarse a diversas exigencias de la vida diaria (sobrecarga laboral, conflictos conyugales o familiares, pérdida de seres queridos, problemas económicos, enfermedades propias o de familiares), de sus características de personalidad (que lo hagan más o menos vulnerable) y de la red de apoyo con que cuente.
Psicoterapia y, de ser necesario, algún medicamento especial para regular ansiedad y problemas de sueño.