Actualización al 2021
Esta enfermedad se genera cuando el hígado resulta dañado e intenta repararse por sí mismo. En el proceso, se forman cicatrices que comienzan a reemplazar el tejido hepático (fibrosis) y en su etapa más avanzada este daño recibe el nombre de cirrosis.
Esta enfermedad puede mantenerse en una fase compensada (generalmente asintomática) por años y progresar a una fase descompensada (con aparición de síntomas por múltiples complicaciones) a lo largo de varios años.
Las principales complicaciones son la aparición de várices y riesgo de sangrado digestivo, acumulación de líquido abdominal (ascitis), episodios de confusión mental (encefalopatía hepática), cáncer hepático y otras múltiples complicaciones.
Algunas personas con cirrosis son asintomáticas. Sin embargo, en quienes sí presentan síntomas, estos pueden ser:
- Fatiga
- Acumulación de líquido en el abdomen (ascitis) y piernas (edemas)
- Acumulación de líquido en los pulmones (derrame pleural)
- Sangrado abundante de los vasos sanguíneos del esófago, el tubo que conecta la boca con el estómago (hemorragia digestiva)
- Confusión, desorientación, dificultad para dormir lo suficiente o dormir demasiado (encefalopatía hepática)
- Color amarillento de la piel o el blanco de los ojos (ictericia)
Los factores de riesgo de esta enfermedad son:
- Consumo excesivo de alcohol (hígado graso por alcohol)
- Hepatitis crónicas por virus B o hepatitis C
- Hígado graso no alcohólico
- Enfermedades inmunológicas (hepatitis autoinmune, colangitis biliar, etc.)
- Otras enfermedades
En general, los objetivos son:
- Reducir o revertir la causa de la enfermedad hepática.
- Prevenir, identificar y tratar las complicaciones de la cirrosis.
- Proteger el hígado de otras fuentes de daño distinta a la causa original (obesidad, alcohol y otros)
- Manejar los síntomas
- Evitar infecciones
- Determinar si es necesario un trasplante de hígado
Se requiere un equipo multidisciplinario para poder tratar la causa y múltiples complicaciones de esta enfermedad.
Durante el tratamiento es necesario:
La mayoría de las veces la cirrosis se puede identificar por algún examen de imágenes, generalmente, ecografía abdominal. Si existen dudas, se puede realizar una elastografía hepática (fibroscan u otro método) que permite a través de la medición de la rigidez hepática saber si hay fibrosis. En casos seleccionados, en los cuales no hay claridad de la causa del daño o siguen existiendo dudas de la presencia de cirrosis, se puede realizar una biopsia hepática.