Sarcopenia en personas mayores: un desafío que se puede enfrentar con fuerza
Se conoce como sarcopenia a la pérdida progresiva y generalizada de músculo esquelético y fuerza muscular y, en consecuencia, de funcionalidad. Esto no es parte del envejecimiento normal, es una patología, la cual puede comenzar a edad más temprana y puede deberse a diferentes factores.
El Dr. Víctor Cares, geriatra del Centro del Adulto Mayor de Clínica Universidad de los Andes, afirma que es una condición poco diagnosticada y, por ende, poco tratada, a pesar de su prevalencia. Esta es de 5 a 13% entre los 60 y 70 años, y de 11 a 50% en mayores de 80 años. En Chile, en tanto, se calcula que es de 19% en mayores de 60 años y de 38% sobre los 80 años.
La sarcopenia puede afectar la movilidad y aumentar el riesgo de caídas y fracturas, de discapacidad, de deterioro funcional e incluso de mortalidad, afectando de forma importante la calidad de vida.
“Su impacto en la salud pública es creciente, ya que reduce la tolerancia fisiológica y la capacidad de recuperación. No se trata de resignarse al debilitamiento muscular, sino de actuar con estrategias que preserven la fuerza y la autonomía”, señala el Dr. Cares.
Señales que podrían indicar sarcopenia
- Debilidad muscular y pérdida de fuerza para tareas cotidianas
- Lentitud al caminar o dificultad para levantar objetos
- Mayor dificultad para mantener el equilibrio
- Tendencia a sufrir caídas frecuentes
- Fatiga o agotamiento tras actividades ligeras
Claves para prevenir y manejar la sarcopenia
Los principales factores para la prevención de sarcopenia son:
1. Ejercicio de resistencia
El entrenamiento de fuerza (pesas, bandas elásticas o ejercicios con el propio peso corporal) es la intervención más efectiva, ya que mejora la masa y funcionalidad muscular. Idealmente, debe realizarse dos a tres veces por semana. También es importante practicar actividades cardiovasculares, como caminata o bicicleta. En personas mayores, también se recomiendan ejercicios de equilibrio y flexibilidad.
2. Nutrición adecuada
Para mantener o aumentar la masa muscular es vital el consumo de proteínas. Estas se pueden obtener de huevos, carnes, lácteos, legumbres o frutos secos. La cantidad necesaria dependerá de cada persona y el ideal es asesorarse por un profesional en nutrición.
3. Estilo de vida activo
Incluir actividades como caminar o nadar fortalece los músculos, mejora la energía y reduce de forma importante el riesgo de caídas.
4. Soporte nutricional completo
Asegurar niveles adecuados de vitamina D, ácidos grasos omega-3 y carbohidratos saludables ayuda a preservar músculo y equilibrio energético.
Según las condiciones del paciente, el médico puede considerar las siguientes medidas terapéuticas:
- Evaluaciones personalizadas del estado muscular y funcional
- Planes de entrenamiento adaptados para personas mayores
- Asesoría nutricional especializada para asegurar proteína y micronutrientes necesarios
- Seguimiento integral junto a geriatría y kinesiología
“Cada adulto mayor es diferente —en salud, movilidad y circunstancias— por eso diseñamos estrategias preventivas personalizadas que puedan mejorar su vida y bienestar”, explica el Dr. Cares.
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