La sarcopenia es una enfermedad caracterizada por la pérdida progresiva y generalizada de masa y fuerza muscular, relacionada a la edad. No es simplemente “ponerse más débil con la edad”, sino un trastorno que afecta la función del músculo y que puede tener graves consecuencias para la salud de una persona mayor.
La pérdida muscular reduce la capacidad de realizar actividades cotidianas, aumenta el riesgo de caídas y fracturas, y se asocia a una mayor dependencia y menor esperanza de vida.
En Clínica Universidad de los Andes, nuestros especialistas del Centro del Adulto Mayor entregan un abordaje integral de la sarcopenia, de la mano de un grupo multidisciplinario de profesionales de salud como geriatras, kinesiólogos y nutricionistas que trabajan de forma coordinada. Allí se diagnostica, trata y acompaña a las personas en todo el proceso, con programas personalizados que combinan rehabilitación física, optimización nutricional y control de enfermedades asociadas.
¿Qué es la sarcopenia?
Es una enfermedad caracterizada por la pérdida progresiva y generalizada de músculo esquelético y fuerza muscular y, por ende, de funcionalidad, asociada al envejecimiento. Afecta tanto la fuerza como la resistencia muscular, dificultando actividades simples como caminar, levantarse de una silla o cargar bolsas.
Aunque se asocia al envejecimiento, puede presentarse en personas más jóvenes en situaciones de inactividad prolongada o enfermedades graves.
¿Qué tipos de sarcopenia existen?
- Sarcopenia primaria:
- Ocurre como parte del proceso natural de envejecimiento, incluso en personas sin enfermedades graves.
- Suele comenzar alrededor de los 50 años y acelerarse después de los 70.
- Sarcopenia secundaria:
- Aparece como consecuencia de otras condiciones: enfermedades crónicas, malnutrición, hospitalizaciones prolongadas o tratamientos que limitan la actividad física.
- Ejemplos: cáncer, insuficiencia cardíaca, enfermedad renal crónica.
- Sarcopenia aguda:
- Se desarrolla rápidamente, a menudo durante una enfermedad grave o un reposo prolongado en cama, como después de una cirugía mayor.
- Si no se trata, puede evolucionar a una forma crónica.
¿Cuáles son las causas de la sarcopenia?
- Cambios fisiológicos del envejecimiento: pérdida de fibras musculares, disminución de hormonas anabólicas (testosterona, estrógeno, hormona de crecimiento).
- Inactividad física: reducción en el uso del músculo, lo que acelera su desgaste.
- Malnutrición: dieta pobre en proteínas y micronutrientes esenciales como vitamina D, calcio y magnesio.
- Enfermedades crónicas: diabetes, enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), cáncer, insuficiencia cardiaca.
- Procesos inflamatorios prolongados: enfermedades autoinmunes o infecciones crónicas que afectan la regeneración muscular.
¿Cuáles son los factores de riesgo?
Ciertas condiciones pueden aumentar la probabilidad de desarrollar sarcopenia.
- Edad avanzada, especialmente mayores de 60 años.
- Estilo de vida sedentario o baja actividad física.
- Bajo peso o pérdida de apetito prolongada.
- Enfermedades que limitan el movimiento.
- Antecedente de hospitalizaciones largas.
- Consumo excesivo de alcohol o tabaquismo, que afectan la regeneración muscular.
- Deficiencia de vitamina D y otras carencias nutricionales.
¿Cuáles son los principales síntomas?
La sarcopenia puede reconocerse por:
- Disminución progresiva de la fuerza muscular.
- Menor capacidad para realizar actividades que antes resultaban fáciles (subir escaleras, levantarse sin apoyo).
- Pérdida visible de volumen muscular, especialmente en brazos y piernas.
- Marcha lenta y dificultad para mantener el equilibrio.
- Fatiga persistente.
- Mayor incidencia de caídas y lesiones.
¿Es posible prevenir la sarcopenia?
Sí, y la prevención es más efectiva si se comienza antes de que aparezcan los síntomas:
- Actividad física regular: incorporar ejercicios de fuerza al menos 2 veces por semana y actividad aeróbica moderada.
- Alimentación rica en proteínas: pescado, carnes magras, huevos, legumbres y lácteos.
- Mantener un peso saludable: evitar tanto el bajo peso como la obesidad.
- Exposición al sol y vitamina D: fundamental para la salud muscular.
- Control de enfermedades crónicas: tratamiento oportuno de diabetes, hipertensión, problemas cardíacos y respiratorios.
¿Cómo se diagnostica la sarcopenia?
El diagnóstico incluye:
- Historia clínica detallada para identificar factores de riesgo y síntomas.
- Medición de fuerza muscular: dinamometría manual (fuerza de agarre) y test de levantarse de una silla.
- Análisis de composición corporal: bioimpedanciometría o densitometría ósea para medir masa muscular.
- Pruebas funcionales: velocidad de la marcha, pruebas de equilibrio y resistencia.
¿Qué tratamientos existen?
De acuerdo a las características de cada persona, el tratamiento puede incluir:
- Ejercicio: entrenamiento de fuerza progresivo, ejercicios de equilibrio y resistencia, supervisados por kinesiólogos.
- Nutrición personalizada: dieta rica en proteínas y calorías adecuadas, diseñada por nutricionistas.
- Suplementos nutricionales: en casos indicados, proteína en polvo, aminoácidos esenciales, vitamina D y calcio.
- Tratamiento de enfermedades asociadas: control de patologías que agravan la pérdida muscular.
- Rehabilitación integral: programas que combinan fisioterapia, nutrición y seguimiento médico.
¿Qué esperar del tratamiento?
Gracias al manejo multidisciplinario no solo puede prevenirse el desarrollo de sarcopenia, sino también mejorar la calidad de vida en quienes ya padecen la enfermedad. Con el tiempo, es posible esperar:
- Aumento de fuerza y masa muscular en semanas o meses, dependiendo del grado inicial.
- Mejora de la movilidad y equilibrio, reduciendo el riesgo de caídas.
- Mayor independencia para las actividades diarias.
- Bienestar general y autoestima mejorada.
- Es importante saber que el tratamiento no “cura” la sarcopenia, pero sí puede detener o revertir parcialmente su progresión.
¿Dónde lo tratamos?
Centro del Adulto Mayor
Entrega un abordaje integral de la sarcopenia, de la mano de un grupo multidisciplinario de profesionales de salud como geriatras, kinesiólogos y nutricionistas que trabajan de forma coordinada. Allí se diagnostica, trata y acompaña a las personas en todo el proceso, con programas personalizados que combinan rehabilitación física, optimización nutricional y control de enfermedades asociadas.
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